08/09/2004
El Medio Natural del Parque Regional de Sierra Espuña
Temas: parque regional

 

El Parque Regional de Sierra Espuña, es un enclave que se eleva en la zona central de la Región de Murcia encajado entre los valles de los ríos Guadalentín y Pliego.

Geológicamente, Sierra Espuña está incluida de forma general en la Zona Bética y su edad de formación se sitúa hace unos 20 y 30 millones de años. Su compleja estructura geológica distribuye los materiales más antiguos y duros en la zona central del macizo, especialmente en las principales elevaciones, que dominan las calizas y dolomías y los materiales menos consistentes, conglomerados, areniscas y calizas por las estribaciones. En conjunto se destacan tres amplias áreas de interés geomorfológico: los terrenos kártiscos en las cumbres, en la zona Central y Norte; las formaciones de bad-lands de los Barrancos de Gebas y los glacis del Llano de las Cabras al Sur.

El relieve es agreste con abundantes y profundos valles, barrancos interiores y elevadas cumbres; destacando entre los primeros los del Río Espuña, Valle de Leyva, Barranco de Enmedio y Barranco de la Hoz y entre los segundos el Morrón de Alhama (1.444 m), el de Pedro López (1.568 m) y el Morrón de Totana (1.583 m), el punto más elevado de la Sierra.

Hidrológicamente es pobre en cuanto a circulación de agua superficial. Sólo algunos barrancos cuentan con afloramientos puntuales o de escaso recorrido. Es significativo el número de manantiales dispersos por todo el macizo, de entre los que destacan por su caudal, su calidad de agua y toponimia, lugares como Fuente Bermeja, Fuente Blanca, El Hilo, Perona, La Carrasca o El Sol.


Vegetación

El paisaje vegetal está principalmente dominado por el pinar de repoblación, caracterizándolo tres especies: el pino carrasco (Pinus halepensis), el pino ródeno (Pinus pinaster) y el pino negral (Pinus nigra salzmannii).

El encinar se encuentra muy reducido apareciendo a partir de los 700 m de altitud formando bosques mixtos con el pinar. Sólo en algunas cumbres presentan pequeños encinares aislados, muy cerrados y no de gran porte.

El sotobosque está formado por especies características del matorral del mediterráneo como son la coscoja (Quercus coccifera), el enebro (Juniperus oxycedrus), lentisco (Pistacia lentiscus), espino negral (Rhamnus lycicoides) y genistas (Genista sp.).

En las laderas y/o solanas deforestadas abundan los matorrales desarbolados, principalmente de dos tipologías: los de bajo o mediano porte, constituidos principalmente por esparto (Stipa tenacissima), romero (Rosmarinus officinalis), tomillos (Thymus sp.), espino negral (Rhamnus lycioides) y jaras (Cistus sp.); por el contrario, los de alto porte están formados por chaparrales o coscojares y lentiscares. Otros matorrales de interés en la zona son los que aparecen sobre suelos margosos y yesíferos de los Barrancos de Gebas y en los glacis encostrados del Llano de las Cabras.

Formaciones especiales y más reducidas son las de cumbres, donde aparecen los sabinares de sabina negra (Juniperus phoenicia) y los característicos "asientos de monja" (Erinacea anthyllis); los roquedos, con algunas especies endémicas como los zapaticos de la virgen (Sarcocapnus enneaphylla subsp. saetabensis), y los barrancos, fuentes y arroyos con olmos (Ulmus minor y Ulmus glabra), chopos (Populus nigra), sauces (Salix pedicellata), madreselvas (Lonicera implexa), etc.

Las viejas zonas de cultivo enclavadas dentro de la Sierra nos permiten encontrar nogales (Junglans regia), serbales (Sorbus domestica), fresnos (Fraxinus excelsior), almendros (Prunus domestica), etc.


Fauna

Por la diversidad de ambientes, el Parque Regional acoge a una fauna rica y variada. El pinar es el hábitat más ampliamente usado y en él se pueden observar la ardilla de Espuña (Sciurus vulgaris hoffmanni), el jabalí (Sus scrofa), el azor (Accipiter gentilis), el arrendajo (Garrulus gladarius) y el piquituerto (Loxia curvirrostra), además de la culebra bastarda (Malpolon monspesulanus). En los matorrales esteparios del Llano de Cabras destacan especies como la alondra de Dupont (Chersophilus dupontii) o el alcavarán (Burhinus oecdicnemus).

Conforme ascendemos en busca de las cumbres el espacio aéreo está principalmente ocupado por el águila real (Aquila chrysaetos), chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax) y aviones roqueros (Ptyonoprogne ruprestis). En estas zonas es fácil observar el arruí (Ammotragus lervia), o seguir las huellas del gato montés (Felix sylvestris).

Los roquedos constituyen otro ambiente excelente para las aves. En ellos se puede observar al búho real (Bubo bubo), córvidos, vencejos y aviones, o el roquero solitario (Monticola solitarius). Por supuesto, es también el ambiente más utilizado por el murciélago de herradura (Rhinolophus ferrumequinum) y uno de los lugares de mayor presencia de la lagartija ibérica (Podarcis hispanica).

En las fuentes y los arroyos encontramos anfibios como la rana común (Pelophylax perezi), el sapo corredor (Epidalea calamita), la escasa culebra de agua (Natrix maura) y el singular sapo partero bético (Alytes dickilleni).

Entre los cultivos son habituales la golondrina común (Hirundo rustica), la lavandera blanca (Motacilla alba), el cernícalo (Falco tinunculus) y el mochuelo (Athene noctua), además de mamíferos como el ratón de campo (Apodemus sylvaticus) o el conejo (Oryctolagus cuniculus).

De entre las poblaciones de insectos y otros pequeños invertebrados, destacan algunas especies de interés ecológico, y en ocasiones de escasa presencia. Como es el caso de las mariposas Aricia morronensis y Cupido carswelli, o de saltamontes, también endémicos, como Omocestus llorenteae.

 

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